La poda es puro arte y hay que saber hacerlo bien ya que es vital para moldear la vid y mejorar el rendimiento y calidad de las uvas. Podar consiste, básicamente, en cortar con las tijeras de poda los sarmientos (las ramas) de la planta para limitar su crecimiento y regular así su producción.

Aunque a lo largo del año es preciso realizar varias podas para moldear la planta, ahora nos centraremos en la poda de invierno. En estos meses de frío, la vid entra en un estado de reposo, donde su savia deja de circular y pasa a la parte baja de la planta. Es el momento de quitarle los sarmientos y dejarle las yemas necesarias para que emerjan fuertes y vigorosas.

Si queremos conseguir alargar la vida de la planta y que produzca unas uvas de calidad, los cortes que hagamos deberán tener cierto ángulo, para que el agua resbale por la rama y así evitar posibles enfermedades en la vid.

En la DOCa Rioja, el Consejo Regulador limita el número permitido de yemas a 12 por cada cepa para controlar la producción. En nuestra bodega, lo más común es dejar a la vid con tres brazos ascendentes, en cada uno de ellos dejaremos dos sarmientos (o pulgares) y en éstos, dos yemas. Por lo tanto, después de la poda de invierno cada planta se quedará con 12 yemas. De cada yema saldrá un sarmiento que dará 2 racimos, por lo que obtendremos en cada vid 24 racimos, aunque esto no siempre es así.

Una vez terminada la poda apilamos todos los sarmientos cortados y ya los tenemos listos para asar unas chuletillas al sarmiento.