Al servirnos el vino, lo primero que nos atrae es el color con todos sus matices, antes que los aromas y sabores. ¿Alguna vez te has preguntado cómo el vino adquiere esas tonalidades tan características? Acompáñanos mientras exploramos este interesante proceso.

 

La magia detrás del color del vino

El color del vino es uno de sus atributos más distintivos y es el resultado de varios factores, desde las uvas utilizadas hasta los procesos de vinificación. Principalmente, el color proviene de los pigmentos presentes en la piel de las uvas, llamados antocianos, que se transfieren macerándolos con el mosto durante la fermentación.

 

Factores que influyen en el color del vino

 

Tipo de uva

Las variedades de uvas tintas, como la Tempranillo o Garnacha, contienen mayores concentraciones de antocianos, lo que da lugar a vinos de colores intensos que van desde el rojo rubí hasta el púrpura profundo. Las uvas blancas, como la Viura, carecen de estos pigmentos, produciendo vinos blancos que van desde tonos amarillo pálido hasta dorados.

 

Proceso de maceración

Durante la maceración, las pieles de las uvas tintas se dejan en contacto con el jugo, permitiendo que los pigmentos se disuelvan en el mosto. Cuanto más prolongado sea este contacto, más intenso será el color del vino. Para los vinos blancos, si se elaboran con uvas tintas, las pieles se separan rápidamente del jugo para evitar la extracción de color, resultando en un vino más claro.

 

Condiciones de fermentación

La temperatura y duración de la fermentación también juegan un papel crucial. Temperaturas más altas y fermentaciones más largas suelen extraer más color y taninos de las pieles.

 

Envejecimiento

El envejecimiento en barricas de roble puede influir en el color del vino. Con el tiempo, los vinos tintos pueden desarrollar sutiles tonos de marrón o ámbar, mientras que los vinos blancos pueden ganar un color más dorado.

 

 

El color como indicador de calidad y estilo

 

El color del vino no solo es estético, sino que también proporciona pistas sobre su estilo y calidad. Por ejemplo:

  • Vinos jóvenes suelen tener colores más vivos y brillantes. En tintos pueden ser púrpura o tener tonos violáceos, mientras que los blancos jóvenes serán por lo general pálidos y amarillos con toques verdosos.
  • Vinos envejecidos presentan colores más complejos y profundos, caoba o teja en tintos y dorado o ámbar en blancos. 
  • Vinos rosados, que se elaboran con un contacto breve con las pieles, muestran una gama de colores que va desde el rosa pálido hasta el salmón, que dependen del tipo de uva empleada y del tiempo de maceración.

 

El color del vino es un aspecto fascinante y revelador de su proceso de elaboración, su tipo de uva y su envejecimiento. En Bodega Clemente García, cada uno de nuestros vinos tiene unos matices cromáticos diferentes para que cada copa no solo sea una delicia para el paladar, sino también un deleite para la vista. 

 

Te invitamos a descubrir la riqueza cromática de nuestros vinos y aprender más sobre el arte y la ciencia que se esconden detrás de cada botella.